Qué alegría nos provoca cuando junto al café llega un petit four, un bombón o una porción de torta. A nadie le sorprende, tampoco, que nos propongan un crocante chocolate amargo para acompañar el delicioso espresso. Sin embargo, en nuestro ritual cotidiano, no solo lo goloso le queda al café. ¿Acaso el cafecito con la medialuna de grasa no es una de las opciones más buscadas? Y qué tenemos para decir de la señora combinación argentina: el café con leche con el crujiente tostado de jamón y queso.

Es muy parecida a la genial combinación de servir vinos con quesos. El grano de café de calidad ofrece similar dulzura, acidez y cuerpo que el vino tinto, con la complejidad de un suave amargo al final. Los quesos más curados y picantes cuentan con sal y grasitud pronunciadas que los vuelven ideales para combinar con granos de mayor acidez. O para el otro lado: imaginen -o mejor prueben- combinarlo con queso gouda, cuanto más añejo mejor, su sabor dulce y caramelizado resaltará el sabor del café en el pocillo. Casi como si probaras un café con caramelo salado.

 

Nota publicada en el diario La Nación por Sabrina Cuculiansky.