Si las herramientas fuesen los únicos elementos que nos ayudan a definir a que nos dedicamos, diríamos que un serrucho y un martillo caracterizan al carpintero; el estetoscopio, al médico; el cuchillo y la casaca blanca, al cocinero; la guitarra, al músico y el pincel, al artista. Los baristas, nuevos protagonistas detrás de las barras cafeteras, también tienen sus armas especiales que los convierten en estereotipos en el mundo del beber. Tatuajes, barba hipster, delantal de jean con cuero y pelos coloridos son marcas personales que los vuelven inconfundibles en cualquier lugar. Pero. qué son todas esas cosas brillantes y con extraños formatos que usan para ofrecernos el mejor café. Un pocillo que no solo se logra con un buen producto sino que también necesita buenas herramientas para transformar esos increíbles granos en una exquisita bebida.

 

Nota publicada por Sabrina Cuculiansky en el diario La Nación