Cuando el café llegó a Europa, los primeros reductos eran tabernas que los servían con el método oriental, un café muy intenso con azúcar, que se realizaba con la típica ollita de cobre que llevaron sus creadores desde Yemen, lugar en donde nació la cafeicultura. Hasta el siglo XIX, el café que se apoderó de Europa, se preparaba con métodos basados en la infusión y se elaboraba en ollas.
Más tarde comenzó a servirse filtrado, sistema que se expandió rápidamente en Estados Unidos, el país que llevó el café al consumo hogareño. El pocillo vuelve al bar con el espresso, cuando a comienzos de 1900 aparecen las primeras máquinas para servir cafés bajo el método de la bomba de presión del agua. Fue el momento en que los clientes lograban tomar un café realizado en el momento por un barista, de manera rápida y que sabía siempre igual.
En 1995, Estados Unidos retomó la costumbre de la bebida corta y con espuma, pero le agregó leche y distintas versiones, momento en el cual se configuró el boom global del consumo de café fuera del hogar.
Con este conjunto de novedades aparecen los baristas profesionales, que además de servirlo, conocen acerca de la máquina, el funcionamiento, los orígenes del café, los métodos de servicio y las preparaciones de la leche.
Pero si creíamos que habíamos llegado al summum del servicio del café, lamento indicar que aún falta mucho: ahora podés solicitar que te lo sirva un robot o un objeto volador. En el Café X de San Francisco pedís tu bebida a través de una app en tu smartphone o del quiosco digital del lugar. Este robot puede servir hasta ciento veinte tazas por hora, es un brazo robótico fabricado por Mitsubishi que cuesta alrededor de treinta mil dólares y maneja hasta dos cafeteras al mismo tiempo. El brazo sólo aprieta los botones y cuando está listo le avisa al cliente con un mensaje de texto.
En la cafetería de una universidad de Holanda, los camareros son drones diseñados para que vuelen en interiores. El coffee copter se acerca y toma el pedido del cliente, que señala su elección en la carta; sus ojos se van rellenando como una barra de descarga y cuando se iluminó completamente, el pedido está listo. Ahí llega otro dron con la bebida a la mesa, sujeta por medio de una pinza. «Este nuevo tipo de dron podría acompañarnos en la vida diaria, al que cada uno pueda programar como lo desee», precisa la responsable del proyecto.
Nota publicada 2 de abril por Sabrina Cuculiansky en el diario La Nación.